"Cuando ya no puedas más,
cuando ya no puedas ni hablar,
cuando tu alma se quiera escapar de ti,
cuando al caminar te acuerdes tú de mÃ,
ve corriendo al cementerio,
recoge todos mis sueños".
Juan Pablo Villa, Cuando salga yo por ti
Soy yo, sabrÃa que me reconocerÃas. SÃ, lo sé, pasa de la media noche como para hablarte, lo siento pero sólo la obscuridad me permite hacerlo. ¿Qué pasa?, tu voz se nota un tanto nerviosa, con miedo, con silencio. Seguramente es la mÃa la que te mortifica. ¿CreÃas que tus oÃdos no percibirÃan de nueva cuenta el sonido frÃo de mis palabras? En realidad a mà también me sorprende. Llueve y eso me recuerda que las lágrimas fueron demasiadas, al igual que el dolor, contigo o sin ti. ¿Recuerdas nuestras visitas a las lápidas en medio de la penumbra, bajo los ojos de la luna, unidos el uno al otro queriendo hacer el amor entre difuntos y flores, entre huesos y polvo, entre tú y yo? Para mà el escenario es el mismo, excepto porque falta tu respiración. ¿Qué sucede contigo?, ¿no te alegra saber que estoy aquÃ, allá, en algún lugar? TenÃa entendido que me amabas o ¿tal vez se desvaneció este sentimiento? No lo creo. Lo prometimos, hicimos un trato. Y ¿sabes?, extraño tu cuerpo, tu rostro. De tanto recordarte he llegado a olvidarte. Te dibujo en el aire con un dedo, te pierdo, te esparces, desapareces. Siempre es asÃ, no quieres estar conmigo, por eso te pienso de la manera más abstracta. ¡Deja ya de desconcertarte! ¡No!, no cuelgues, no te enfades. ¿Qué?, qué ya no me amas, que ni siquiera me quieres. No lo creo, no puede ser posible que en tan pocas lunas me hayas olvidado. No te duele, no tienes compasión, misericordia. ¿Por qué insistes en lastimarme?, parece que no te fue suficiente con verme sufrir, con verme desfallecer, asfixiándome con la textura áspera del cordón que rodeaba mi cuello. Apiádate de mÃ. Parece ser que te liberaste, te sientes mejor, te oyes mejor, a pesar de que sé que estás temblando, sé que esto te aterra. ¿Dejarte en paz porque ya no me quieres?, no, ni pensarlo, una promesa es muy valiosa, no me agrada perjurar y mucho menos a ti, y tú deberÃas cumplir con tu palabra. Recuerda que nos amarÃamos por siempre y para siempre. Adivinaste, sà soy tu pesadilla, soy tu sombra y lo seré por mucho tiempo más. ¿Cómo me puedes convencer de alejarme de ti?, ¿cómo crees que se logre? ¿Diciéndomelo a los ojos?, no lo creo, pero si deseas hacerlo, si anhelas un encuentro, ve corriendo al cementerio, ve y profana mi tumba, aún asà no me encontrarás dentro.